Un terrible hábito se abre espacio hoy día entre la población más vulnerable de nuestra sociedad: los adolescentes. Se trata de los cigarrillos electrónicos, que aunque para muchos “es inofensivo” se ha vuelto adictivo.
Actualmente, 3,6 millones de menores de edad practican el vapeo, que es la acción de usar un cigarro electrónico como si fuera uno normal. Según autoridades estadounidenses, constituye la sustancia de mayor riesgo usada por los adolescentes.
Por desgracia, a la fecha nadie ha podido dar con el método idóneo para dar un alto a esta indirecta adicción a la nicotina por parte de la juventud. Los cigarrillos electrónicos calientan una solución líquida que generalmente contiene nicotina y producen un vapor inhalable.
De acuerdo con Susanne Tanski, experta en prevención del tabaco de la Academia Americana de Pediatría: «Los adolescentes tienen sus propias ideas acerca de lo que funciona con ellos, hacen lo que les viene en gana. Necesitamos desesperadamente estudios que digan lo que puede funcionar en esta población».
La situación se ha hecho incontrolable. No obstante, en países como Estados Unidos se han tomado algunas medidas para evitar que los cigarrillos electrónicos lleguen a las manos de menores de edad.
Sin embargo, es inexplicable que aún así lleguen a manos de chicos de hasta 11 años de edad. De hecho, según la experta se hace imposible hablar cómo tratar la adicción a la nicotina en ellos.
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Una labor titánica
“Es posible que algunos logren dejar el cigarrillo sin ayuda de nadie, pero a muchos les costará. Tendrán síntomas de ansiedad, irritabilidad, problemas para concentrarse y una pérdida de apetito”, apuntó Tanski.
Los médicos que tratan a pacientes jóvenes tienen varios dilemas: las terapias contra el cigarrillo, como los parches y los chicles de nicotina, no se pueden vender a los menores porque no se han hecho suficientes experimentos y los resultados son pobres.
Por lo general, los jóvenes tienden a pensar que es imposible hacerse adictos al cigarrillo electrónico y no tienen incentivos para dejarlo.
Aunque por un lado, el mal sabor y la mala experiencia del cigarrillo común cuando se lo prueba por primera vez puede desalentar a muchos jóvenes y evitar que contraigan el hábito; los cigarrillos electrónicos emanan un vapor de fácil inhalación.
“Superar una adicción requiere disciplina, paciencia y la disposición a seguir un plan de tratamiento; algo que no se da fácilmente entre los menores”, afirman expertos.
La nicotina puede afectar el aprendizaje, la memoria y la atención de los adolescentes. No hay estudios de su impacto en los pulmones, que no terminan de madurar sino hasta pasados los 20 años.
«Me asusta como pediatra porque siento que hay un experimento sin control alguno entre los jóvenes», manifestó Tanski. «No se dan cuenta del daño y nosotros no podemos mostrarles lo que les va a pasar».