Esta semana, la revista Science publicó un artículo esperanzador para los pacientes con diabetes tipo 2. Se trata de la creación de una píldora capaz de administrar insulina, que sustituiría las tradicionales inyecciones diarias.
El método menos invasivo y práctico para suministrar la insulina conocido hasta el momento es producto de la investigación de un equipo científico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés).
La cápsula que podría usarse para administrar la hormona de forma oral es del tamaño de un arándano. Fabricada de polímeros biodegradables y componentes de acero inoxidable, contiene una pequeña aguja hecha de insulina comprimida; la cual se inyecta después de que la grajea llega al estómago.
Los científicos explicaron que la píldora capaz de administrar insulina puede pasar sin contratiempos a través del sistema digestivo. Solo se necesita que el estómago esté vacío, para facilitar su trabajo; una vez cumplido, se elimina naturalmente.
Además detallaron que cuando la punta de la aguja se inyecta en la pared del estómago, la insulina se disuelve a una velocidad controlada. En este estudio, tomó cerca de una hora para que todo el medicamento fuera liberado en el torrente sanguíneo.
«Creamos un dispositivo capaz de orientarse en milisegundos, asegurando que el extremo de la inyección quede en contacto inmediato con el tejido». Asi lo manifestó Giovanni Traverso, autor del artículo publicado en la referida revista científica.
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Metodología de la investigación
La píldora capaz de administrar insulina fue probada con éxito en cerdos. En tres de ellos observaron niveles de insulina en sangre similares al que mantienen las inyecciones tradicionales.
Durante estas pruebas, los científicos demostraron que se podía administrar suficiente medicamento para reducir el azúcar en la sangre, a niveles comparables a los generados por las inyecciones a través de la piel. Los resultados también apuntaron a que el dispositivo se puede adaptar para la administración de otros fármacos proteicos.
Los especialistas lograron demostrar con éxito la administración de hasta 300 microgramos de insulina. No obstante, pudieron aumentar la dosis a cinco miligramos, dosis comparable a la cantidad que se inyecta un paciente con diabetes tipo 2.
Durante las pruebas, no se hallaron efectos adversos en el uso de la cápsula, la cual puede pasar sin contratiempos a través del sistema digestivo.
“Tenemos muchas esperanzas de que este tipo de cápsula pueda algún día ayudar a los pacientes diabéticos. Es posible que también a cualquiera que requiera terapias que ahora únicamente pueden administrarse mediante inyección o infusión”; dijo Robert Langer, uno de los autores principales del estudio.
Por lo pronto, el equipo de MIT continuará con la optimización del proceso de fabricación de las cápsulas.