El miércoles 9 de enero, el presidente de México hizo un emotivo llamado a sus compatriotas mexicanos para que le ayuden a combatir el robo de combustible.
Las largas colas, producto del desabastecimiento en la Ciudad de México y otras partes del país, se produjeron por la decisión de Andrés Manuel López Obrador de cerrar los ductos del gobierno perforados ilegalmente por los ladrones de combustible.
El martes por la tarde y el miércoles por la mañana ya se veían esas largas filas en la propia capital, donde los conductores nerviosos buscaban llenar sus tanques.
Por su parte, Raymundo Cabrera Díaz, taxista, aseguró que había esperado una hora en una gasolinera del centro de la capital y llegó a los surtidores con el tanque casi vacío.
“Llevo una hora esperando. No traigo nada (de gasolina), llegué por milagro”, dijo. “Se tenía que combatir el robo de combustible… pero esto está afectando a la ciudadanía en general, los choferes, el transporte de personal, el transporte escolar”, opinó Cabrera Díaz.
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La lucha contra el robo de combustible
La lucha contra el robo de combustibles suma anualmente 3.000 millones de dólares; además, se ha vuelto la primera gran batalla interna para el presidente izquierdista, a poco más de un mes de haber asumido el cargo.
López Obrador dijo el miércoles que pedía “a todos los ciudadanos que nos ayuden, que nos apoyen para no dejarnos someter, vencer por la delincuencia; que entre todos triunfemos y acabemos con el robo de combustible”. Pero esta podría convertirse en una batalla políticamente costosa para López Obrador.
El problema se extendió a Ciudad de México, luego de que un ducto empezó a sufrir pérdidas. López Obrador dijo que no estaba claro si lo habían taladrado intencionalmente o se trató de una simple avería.
En un video, el gobierno pidió a los conductores que eviten las compras provocadas por el pánico, como parte de una campaña para “rescatar la soberanía”.
El gobierno comenzó a distribuir combustible mediante camiones cisterna y López Obrador dijo que el problema se resolvería rápidamente, pero se negó a poner fecha a la reapertura de los ductos, capaces de transportar combustible en cantidades mayores que los camiones y con mayor rapidez.
Algunos mexicanos están dispuestos a sacrificarse para combatir las pandillas, que han llevado la violencia asesina a estados otrora pacíficos como Puebla y Guanajuato, al disputarse las plazas y los clientes.
“Yo creo que estamos dispuestos a esperar un poco, para combatir el robo de combustible”, dijo Leonel Iván, chofer de una familia que esperaba en la cola para llenar su tanque.