Nueva York.- El Museo Metropolitano (MET) de Nueva York saca a la luz los siete primeros años de trabajo de Diane Arbus y le abre las puertas al público hasta el 27 de noviembre.
El MET de Nueva York prepara los primeros años de trabajo de la fotógrafa Diane Arbus, que van del año 1956 hasta 1962. Durante este período fue cuando pulió su estilo icónico al retratar la belleza de la marginalidad y el universo friki en una ciudad supuestamente inundada por el glamour.
«Diane Arbus: in the beginning», será la muestra que contará con un centenar de fotografías dispuestas en pequeños murales individuales como forma de enfatizar el valor de cada imagen, que además representa la gran puesta en marcha del MET Breuer, que es el nuevo espacio en la avenida Madison del museo Metropolitano dedicado a mostrar arte moderno y contemporáneo.
En la presentación a la prensa, el comisario de la exposición, Jeff Rosenheim, reveló una frase que escribió Diane, con apenas 16 años, que sellaría toda su vida: «la divinidad existe en las cosas ordinarias».
Acostumbrada a fotografíar travestidos, prostitutas, nudistas, personajes de circo, familias en un día de playa en Coney Island, mujeres con sobretodos de pieles bajando por la quinta avenida o niños que empuñaban pistolas de juguete que captan el lente de Arbus, la mayoría de los protagonistas de los retratos de la fotógrafa son conscientes de ser fotografiados y suelen estar en medio del encuadre. Diane Arbus no procuraba robar un instante de intimidad sino más bien aguantar la mirada a las personas retratadas.
La fotógrafa, que acabó con su vida con una sobredosis de somníferos, solía ubicarse con su cámara para retratar esa realidad en los alrededores de Times Square, el Lower East Side, Coney Island o la Quinta avenida.
En una carta cedida por su familia al MET afirmaba que tenía algo que mostrar, mostrar una cierta característica de las cosas, que resultaba sutil y embarazoso para ella pero consideraba que nadie vería esas cosas a menos que ella lo hiciera.
Las fotografías, que habían permanecido sin catalogar durante años en el archivo del museo Metropolitano de Nueva York, fueron encontradas por la familia en el sótano donde murió la artista.