Roberto Baratta fue un hombre poderoso en la administración de Julio De Vido como ministro de la era K. Fue mano derecha de él y mantenía una complicada relación con hombres de negocios desde el Ministerio de Planificación Federal, donde se gestionaban temas sensibles para la relación Gobierno-empresas.
Pero los tiempos políticos son otros. Este hombre habituado a manejarse con mano dura, fue detenido por segunda vez desde que dejó la administración nacional.
Este miércoles 1 de agosto de 2018 fue detenido por orden del juez federal Claudio Bonadio en una causa por el cobro de coimas millonarias. Con 10 personas más, entre ex gobernantes y hombres de negocios como Gerardo Ferreyra, de Electroingeniería, y Javier Sánchez Caballero, de IECSA.
Cabe destacar que tiempo atrás antes de tener millones de dólares de presupuesto con De Vido, Roberto Baratta manejaba un taxi. Era su chofer y el de centenares de extraños que todos los días se subían al auto que había comprado con una indemnización que cobró al quedar desempleado a finales de los 90.
Baratta tenía para ese entonces 27 años, cuando un día entró a un bar y conoció a Néstor Kirchner. Una versión─negada por él mismo a lo largo de una afirmación judicial─ indicaba que le vendía billetes de lotería.
«Me indemnizaron en la compañía Société Générale de Surveillance (SGS), donde hacia control de costos de mercadería. Compré un taxi y lo puse a trabajar en la flota de taxis de mi ex suegro«, relató entonces.
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Roberto Baratta volvió a caer
De esta forma lo contó Baratta en primera persona. «Un día de lluvia ingresé a un bar a tomar un café situado en Juncal y Uruguay, llamado Moliere, a esperar que parara de llover. Me acerqué al responsable del bar a darle los servicios de radiotaxi. En la mesa cercana se encontraba Néstor Kirchner, quien escuchó la conversación y en ese instante él pidió tomar un café a solas conmigo».
El después funcionario K, hoy detenido, sostuvo que le hizo la pregunta si era el gobernador de Santa Cruz. Kirchner respondió que sí y lo invitó a sentarse. «Me hizo la pregunta a qué me dedicaba, qué había estudiado. Le conté todo eso y me ha dicho si me interesaba trabajar con un individuo llamada Julio De Vido, que venía a Buenos Aires una vez al mes. A eso respondí que sí», agregó.