Uruguay.- El prostíbulo, apartamento 301, que funcionaba ilegalmente desde hace un año y medio, pertenecía a la ex directora de la Contaduría General de la Nación, Laura Remersaro, quien ya no ejerce sus funciones.
«Lo dejaron completamente vacío este jueves que paso en horas de madrugada. Vino la Policía en el momento que estaban haciendo la mudanza», dijo una vecina al ser entrevistada.
Los clientes que concurrían el prostíbulo no tenían en cuenta que en el apartamento vivieran una adolescente de 14 años y una niña de dos la cual lloraba constantemente. Una inquilina de nacionalidad argentina de mediana edad era la dueña del burdel, y era quien escondía el coche y los juguetes de la niña.
En el edificio todos los residentes tenían conocimiento que el apartamento pertenecía desde hace tiempo a Remersaro, quien terminó el viernes 8 sus funciones por decisión del ministro de Economía, Danilo Astori.
Unos años atrás, Remersaro heredó el apartamento al morir su tía. Los propietarios más antiguos del edificio fueron un funcionario jubilado del Parlamento, la hija de un ministro del gobierno anterior y un dirigente político socialista, entre otros, la conocían muy bien. Eso hace pensar a los vecinos que muchos dirigentes políticos conocían la existencia del suculento negocio.
Cuando la tía de Remersaro falleció, recibió el apartamento con todos los muebles. Nunca lo quiso alquilar por contrato de meses, sino que lo alquilaba a turistas del interior. Hubo una oportunidad en el que el apartamento fue alquilado a un grupo de ingenieros españoles .
Se sabe que desde hace aproximadamente 1 año y 6 meses atrás, la situación del apartamento 301 cambió.
Remersaro se desligó del apartamento y se lo dio a una persona para que llevara la administración del mismo. Esta persona era de confianza y a su vez, lo alquiló a una argentina, esa señora resulta ser la madre de la adolescente de 14 y la niña de dos.
«A partir de ese momento comenzó a entrar y salir del edificio muchas personas extrañas. Las mujeres de la mala vida (mejor conocidas como prostitutas) los acompañaban hasta la puerta prácticamenteel apar desnudas o en shorts muy sugestivos», reveló una vecina.
Las chicas cambiaban a menudo. Los clientes se aglomeraban en la entrada. Era tal la cantidad que, cuando los vecinos abrían la puerta del edificio, uno o tres clientes se colaban.